martes, 17 de julio de 2018

Aborto, un asesinato legalizado


     La brecha entre sustancia clásica y autoconciencia moderna limita la filosofía. 


     Julián Marías asegura que ni la ciencia ni la religión permiten que todos podamos debatir sobre el aborto. La antropología que pregunta quién es el hombre (persona) y no qué es (cosa) está al alcance de todos. Con la filosofía cartesiana y, después, con el criticismo kantiano, la “persona” sufre una fuerte relativización: lo ontológico es arrinconado por lo fenomenológico. La “no objetividad” de la sustancia implicará incognoscibilidad. Restando la relacionalidad,  ahora  “accidental”.  Hoy una noción de Fernando Rielo relanza el concepto. Congénesis es unión con Dios que plenifica nuestra sustancia tripartita. Dios en un acto constitutivo, y creativo, nos personifica. En nosotros -como en Cristo- “la persona, o hipóstasis, es siempre fruto de una unión”. No somos pasivos  frente al acto constitutivo, sino libres-personales. Congénesis es imagen de la unión hipostática de las personas divinas.  


     La Cristiandad veía al hombre a imagen de Dios. Rielo retoma el dogma de la Trinidad. Con ello permite superar, extramuros de la filosofía no cristiana, el hiato moderno sustancia-relacionalidad, tal y como nos explica Acosta.


     Según Marías, el aborto ha exigido la despersonalización del no nacido, del padre, de la madre en el marco de una antropología monista materialista que encalla legislativamente. Para Rielo la sustancia de la persona humana es la relación con Dios. La persona, en sí espíritu-psicosomatizado, posee una parte increada, o presencia de Dios, en relación constitutiva con la creada. La antropología tripartita conlleva la persona.  


    Marías reivindica persona humana, hace hincapié en la manipulación del lenguaje legal (porque abortar es asesinar) que argumenta los fines del aborto, excluyendo del debate lo que es el aborto. Rielo lo clarifica: Dios con su presencia otorga estatuto ontológico desde la concepción. 


     El  tú “oculto” revela la paradoja ontológica. Sin amor del prójimo (relacionalidad)  somos espíritu deshabitado de presencia divina (sustancia). El “seno despersonalizado para un no hijo” es un desgarro místico (“ser-para-la muerte”,  Heidegger). Las palabras “…lo que le hagáis a uno de estos pequeños, a Mí me lo  hacéis” (Mt. 25, 40) encierran lo inapelable como recomendaba Marías.
                                                                                                                                 


Fuentes bibliográficas y audiovisuales.

De Ángelis, B., Zordán, P. (2015). Antropología. Universidad Técnica Particular de Loja.

Acosta Siadde M., Santiago. Definición de persona. [En línea]. [Fecha de consulta 13 de octubre de 2015]. Disponible en: <https://www.youtube.com/watch?v=PttSLbgIyHA>.

Marías, J. (1983). Una visión antropológica del aborto.

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